Noche de tascas

poema de El Caminante

A adorar volví, los vástagos
de la vid, entre bacantes,
-este siglo aún no ha olvidado
aquellas blancas féminas procaces-

adoré la indolencia del recato,
los verbos eran llanos y tunantes,
triunfaban la impiedad y el desparpajo,
olvidábanse prefacios, lealtades,
juramentos de tahúres, pertrechados
con las mientes lejanas y voraces.

Humo y pasión, desvaríos malos
atestaban el recinto, contumaces;
las penas ahuyentábanlas los cantos,
y aguardaban en la puerta, maleantes.

¡Dichosa algarabía, festín romano:
-los Césares triunfaban sin donaire-
del circo, la muerte a los cristianos
en un extremo de la mesa infame.

Siempre llenos, decían los vasos
su hambruna de mí, más fuerte que nadie.
Honré al de la piel de leopardo
cien veces, hasta dejar la risa exangüe.

Esa turba quemaba lo sagrado
ante un ara vacía, inquietante...
y el favor de un mal dios era claro:
bendecir lo promiscuo y lo salvaje.

Envidia de los ciervos y los gamos,
veía buenas gentes olvidarse
de lo duro del camino, ya borrado
¡por las huellas que desollan el paisaje!

Mas... todo pasa, seguimos esperando
con la fuerza del judío inquebrantable,
la que rompa el cristal en nuestras manos
y este extraño hechizo deplorable.

Comentarios & Opiniones

Yan

Un placer leerte Caminante. Saludos.

Critica: 
Edgar Cas

Interesante y cautivador.

Critica: 
Silvia

Un placer leer saludos cordiales.

Critica: 
María del Rocío

Me gusta! Me lo leí en voz alta y más me cautivo! Saludos poeta todo un placer leerle!

Critica: