TRAS LA DULCE SOLEDAD DE LA ARAÑA

poema de De Vilches

Apagué las luces para soñar de nuevo con aquella niña.

La flor se abría en el patio frente al ladrido del galgo,
bajo el estuco abandonado, antes de la sandía y después del naranjo.

Siendo una preciosa niña de trenzas ocres y valientes
con ojos libres y animosos corría entre conejos y cabras,
pestañeaba para guiar los infinitos giros del viento,
restregaba sus párpados para humedecer sus nudillos
y volar hacia la espera que alegremente trajera
pájaros grises de arrebato.

Niña que abandonó los corrales, el barro y las ramblas.
Niña que un día se escondió tras la dulce soledad de la araña.
Niña que fue niña.
Mujer que no será esposa

El despertar con opciones me hizo ser más persona,
me permitió cantar la pérdida de tu aventura inacabada
con mi boca que ha lamido, mordido y maldecido
durante la intensa travesura de treinta años.

A menos que llegase la noche blanca,
la luz se encendería al ponerse el sol
en la salita de los invitados
donde tantas veces tus manos
con otras manos se han cruzado,
donde no te cabía el árbol,
donde la madre guardaba el dedal pausado,
donde pausas los versos amiga mía,
confidentes y pesados.

Adivinaste que hasta ti llegarían los hombres
para con prudencia contar tus cicatrices,
hasta ti se dirigirían debiluchos, enclenques y llorones
que por ti soltarían las patas a sus perdices.

Los esperarías inclinada frente al aljibe
donde tantas veces te sentiste bien
escuchando el eco que trepaba por la piedra húmeda
para después girarte y al peregrino llenar el vaso.

Así aterrizó la luz de mi día y te deshiciste de tu suave guante
y con tu mano desnuda me condenaste a ejercer de visitante errante.
Tus ojos medio abiertos me invitaron a llorar en el rincón de la caliza,
condenaste así mis manos de feriante, embaucador y farsante.

Cuanto más crecía mi empeño por reinventar el amor
más cuerdos eran los gritos, menos arañábamos nuestras espaldas
y más turbia se volvía la antes senda clara de tus ojos limpios
a los que ya no les urgían los pañuelos para secar sus escafandras.

Con esta canción al menos nos quedan los latidos incesantes del viento
y la caricia de sus dedos desgastando el anillo sensible de nuestros oídos.

Me até al cuello el cascabel de la resignación
y apreté un montón de arena en mi puño,
sabes que siempre preferí un adiós con olor a mar,
las brasas animadas en mis ojos,
el rencor bajo unos guantes de seda
y los pies sobre las firmes tierras de la nueva España
que el poeta sentado espera.

Comentarios & Opiniones

Yan

El titulo es tan interesante como el contenido mi querido amigo. Un gusto leerte. Besos con cariño. Saludos.

Critica: 
Joelfortunato

Saludos. Es su escrito amplio, interesante y grata es la lectura. Reciba usted mi amistad y respeto.

Critica: 
María Cruz Pérez Moreno -acnamalas-

Interesante escrito, grata lectura. Saludos.

Critica: 
JAIME REYES(JAIME REGAL)

interesantes letras poeta, es un gusto leerte, saludos y amistad.

Critica: 
De Vilches

Después de un tiempo ausente, muchas gracias gracias Yan, Joel, Acnamalas, Jaime Regal. Un gran honor recibir sus comentarios queridos amigas/os.

Critica: