Primeras miradas

poema de De Vilches

Sonó el teléfono y dejé las cartas de amor
en el lugar de las frases no terminadas,
al fondo del salón
que afea a las ciudades que crecieron
para ser grandes ciudades.

Tras doscientos kilómetros
donde la voz era tan muerta, tan presente,
tan necesaria, podía haber descansado
el pensamiento en cualquier
paisaje árido,
pero saltaron veinte chistes de Eugenio
antes de que el sol capitaneara el sueño
entre mi cara y la ventana.

Supe que habíamos llegado por dos curvas recias,
el olor a oliva seca
y por el baile de un neumático
sobre la calle empedrada.

Subieron la cuesta casi de uno en uno,
gafas de sol y ramos de flores.
Ese día no había puertas, alguna cortina
y velas de flor cansada.

Nunca había estado al lado de un muerto,
ni entre esquinas de polvo para personas beatas que profetizaron de forma frenética
durante toda la madrugada,
como oráculos buscando fama.

Nadie enmudeció hasta por la mañana,
como si las velas marcaran
el tempo de una campana, y sacudieron las sábanas,
y llegaron las nueces dulces
junto a los últimos hijos y sus primeras miradas.

A esa edad ya no obedecía a crucifijos,
aunque los desfiles, el cajón
y la estela en el mármol que espera
frío, desconocido,
impresionaban.

Todo acabó con diez vinos tintos,
jamón y vainas de habas,
las habas me producían alergia,
en esos días la primera vez que lloraba,
de eso sí me acuerdo bien.

Comentarios & Opiniones

Igna

Me ha encantado, Vilches.
Estrellas van

Critica: 
De Vilches

Gracias Igna!

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