Centelleo

El monumento de la memoria se deshace en tus labios,
demasiado brillante para no tocar,
eres un centelleo que atraviesa el cuerpo y se queda en la carne.

Roto el silencio perpetuo,
nuestro eco se ha llenado,
todo el espacio se agota en las manos juntas alcanzando el final,
espejos rotos guardados en miradas furtivas.

Fuego brillante encerrado en paredes,
manchas fugaces se consumen en el tiempo,
toda piel se agota en el incendio,
hueso, sol, brillo infinito de un rayo violento,
vista profana enterrada en el suelo.

Púrpura cristalina y húmeda,
conserva todo fulgor insurrecto,
escurridiza caricia contenida en un cuello desnudo,
enterradas las palabras,
sin perdón ni temor,
fallecemos en la superficie de un génesis sin fin.