Los sueños.

Iba por ahí y por allá y
por más que buscaba
nada encajaba bien en aquel vacío.
Miraba al frente y no veía nada,
miraba hacia atrás y lo único que alcanzaba a ver era a mí.
El tiempo me alcanzaba y yo
aun seguía infeliz.
Sueños, anhelos.
Todos ellos pisoteados por la realidad.
Pero ¿qué pasa cuando de repente miras lo que escuchas y
escuchas lo que ves?
Pasa que empiezas a creer.
Ves que los sueños también pueden ser producto de la fe.
Y la realidad ya no es mas blanco y negro, es arcoíris.
Todo es diferente y poco a poco te vas llenado de colores,
de lo que siempre quisiste y la felicidad la encuentras no en el resultado
sino en el proceso.
En creer que los sueños caben en la realidad.