Explícame, Mengana

Que renazca el mayor de los eruditos y me contagie de conocimiento, llegar a estallar de riqueza mental y poder en algún momento contestarme a mí mismo: ¿por qué no debo amarte?
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Si apareces en lo obscuro de los bosques y me abrazas debajo de vida radiante mientras aplastamos sin remordimientos cadáveres de lo que en algún momento fue brillo, ¿por qué no debo amarte?
Nadando en senderos que abundan de tierra seca, te observo con mi ceguera en la pureza de tu cuerpo y tu mente que revolotea, y tu corazón que me hace llamados que eventualmente lucen irreales o simplemente demasiado alejados de la realidad por sus aportaciones a mi cordura incomprendida...
Corazón mío, corazón ajeno, ¿por qué no debo amarte?
Cuando mis ojos se pierden en el café obscuro de los tuyos, encuentro también un alfabeto que se ordena involuntariamente y se limita exclusivamente a mi entendimiento. Los versos que plasmo en papel se escriben de manera independiente y a paso lento en las irregularidades de tus manos, y en las cavernas de tu pecho que anhela libertad, y en las sustancias aquellas tan tuyas, que embriagan de Querer con solo la vista por cierta parte.
Mengana, tan abiertamente cerrada a mí; si hallo en ti lo que nunca nadie ha hallado, y vivo tu ser como solo lo hacen los amantes puros, ¿por qué no debo amarte?
Nos une aquel deseo de realidad y nos hunden las ilusiones que aparentan ser utopías, embalijo tu cintura en mis recuerdos y tu risa en mis raíces; palpo tu alma en la obscuridad del mundo, acaricio tus mañanas con versos, cubro tus deseos para sondear mis posibilidades de cumplirlos. Naces en la irregularidad de mi tiempo que va hacia múltiples direcciones de manera simultánea; y si yo me maravillo con tu presencia, y me escondo de tu desinterés para que la comodidad sea en ti, y siento esto que me lleva a la inevitable prosa que me hace querer acudir con prisa a tus galaxias y tus colores, y a aventurarme a la imposible misión de latir con tu tacto y sentir tus eventuales dolores.... explícame, Mengana mía: ¿por qué no debo amarte? ¿Cuál es la barrera?
Si yo ya te amo, ¿en qué se basan tus limitaciones? Si mis palabras para vos son y serán eternas y la complejidad de mi ser te la he entregado incluso de forma inconsciente...
Amor mío, ¿por qué no amarme?