Relojes.

Los relojes marcaron por primera vez,
un tic-toc impulsado por algún miedo causado,
un matiz oscuro a la sombra de los segundos,
Sólo puede ser real hasta que termine de contar,
como las estrellas cayendo entre nuestras manos,
así son los sueños de un cielo lejano,
llama al viento ladrón,
por el robo del silencio que nunca encontró compañía en una oración.

Míranos llegar al límite.

A medida que suenan nuestros pasos,
Vamos cayendo dormidos,
En un sueño profundo que tal vez nos haya consumido.

Pero tus estrellados ojos no me dicen nada,
Y miro por encima de las cabezas pesadas.

Lo juro, te sentí debajo de mi piel,
En un segundo, arrastrándote,
Dejándote por el miedo caer.

A medida que suenan los pasos,
Veo sombras que se mueven por el mar de mis recuerdos,
Recordándome que muy dentro de mí,
Tu no has muerto.