A Milagro

poema de Gustavo

Avanzaba ligera, espléndida y sinuosa. Tu rasgo daba sospechas, era púrpura e infinita, definía la armonía de lo estético con precisas sinfonías que aterraban y con perplejidad de acontecimientos estimulantes despeinaba mis conjeturas al salpicar con pizcas superlativas las palabras que bailaban al ritmo de lo asombroso, humillando los deshilachados pensamientos que disponía, floté.

Esfumó como gorrión; dejaste todo y desesperado.

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