Turistas

Enterremos al turista en el desierto,
para que su esqueleto no haga huella,
que se pulcre al sol y no alimente semilla,
dejadle solo, que visite su aliento
saturado de bebida y comida,
harto de desenfundar dinero con su poder adquisitivo
y ajeno a las gentes que habitan el lugar para
fotografie su baldo ego, su codicia de sol,
vergüenza, su andar perdido, su griterío.
Que se apile frente a un museo o palacio,
que esgrima monedas
y su calvario de estar tan vacío
como el Cañón del Colorado, o la Gruta de Diablo.
Dejadle que coma ratas del desierto si fuera diestro,
que muerda los cactus, y se bañe
en tormentas de arena, y en las noches
frías, que se arrope en su piel bronceada,
en sus toallas de playa.
Que se evapore como el agua al sol,
ya que no viaja, engulle como un gloton
sin alma, y recorre calles en trenes para niños,
tranvías del pasado, o autobuses turísticos.
A veces se le ve perplejo,
porque su Google Maps'aplication le ha
demorado, conducido de vuelta a sus hotel,
a sus jarra de cerveza,a su pizzas colombiana,
gladiador de la burla, criatura sin seso.
Ha tomado esos lugares tan bellos
como una cuadrilla de saqueadores
que roba sin saberlo. Dejémosle en el desierto.