Pies

Ya que estoy aquí, os he de decir
que este lugar huele a pies de cera y carbón,
de anciano de seda
y a limón.
Los pies que no andan, se quedan en la
cama, los dedos cuelgan,
como telarañas
de una araña laboriosa
y de pocas palabras.
Los pies que andan se hacen terrosos,
envueltos en calcetines,
si no son caprichosos,
los pies que se desnudan son más frondosos,
se tocan, se besan y se los hace cosquillas
para aliviarles de sus pesadillas.
Mis pies son meros instrumentos del caminar,
se visten con zapatos descosidos,
y se comportan mal y me causan hedor
los hago campear entre rosales
y gardenias. Yo no soy arqueóloga, como las
que cavan con las manos
y nos otorgan su ciencia.