El Pasadizo de San Ginés

Pasadizo de San Ginés

Cuando apenas se conocía el chocolate y era un lujo que muy pocos podían degustar, antes, mucho antes de que nos relamiéramos con esa sustancia pegajosa, amarga y dulce, sabrosa y codiciada y no lo digo como metáfora, ya que su valor es y fue codiciado para satisfacer el gusto y aumentar la riqueza.
La pequeña chocolatería era manejada por una señora de muchos talentos que se hacía llamar, Ana. Su delantal blanco y su moño más arriba de la nuca, requeté peinada, llevaba unos pendientes de oro que reflejaban su origen andaluz, sus manos eran anchas y su piel cobriza como algunas mujeres del sur hechas de arcilla y sol.
Se había criado entre campos, dormía con su padre a la vera de los muros de cementerios y no tuvo casa, ya que su padre era jornalero.
La señora Ana preparaba los churros y la grasa que emanaba de las porras era como una aceite divino que revivía sus uñas como si fuera un esmalte fino. Nunca aprendió a Leer o escribir. Bien os he de decir que la mala guerra y la pobreza no alimentan el entendimiento.
Cuando el Pasadizo se hizo popular se dice que hombres a caballo, se apeaban, mujeres arrastraban sus faldas por el barro y las espadas bien templadas se deshacían como un latón próximo a esos hornillos del infierno o la gloria.
El lugar se llama el Pasadizo de don Gines, porque era estrecho y era un lugar de paso para atajar camino y arrebatar al tiempo alguna cosa. El chocolate era para los ricos y la aristocracia, los plebeyos, los sin dinero o con poca mercancía solo podían disfrutar el chocolate en la imaginación. Pero como fue que se permitiera que una mujer sin fortuna alguna abriera su chocolatería, no sé deciros. A veces, las cosas pasan. La señora Ana era un gran chocolatera, la espesura, el sabor del chocolate se infiltraba en las fosas nasales que revivían de pura alegría, los ojos se agradaban y las comisuras de los labios se extendían, literalmente, de oreja a oreja. Se dice que muchos abandonaban los caballos a la puerta, los billetes de autobús los dejaban caer al suelo impertérrito, un breve sofocón se hacía dueño del cuerpo y el alma, y un sudor como un perfume nada rancio se podía inhalar como las flores que la diosa Artemisa colocaba en el Partenón con la virulencia de su sexo.
Hay muchos que se hicieron viejos temprano y que no se beneficiaron de la alegría que habían conocido consumiendo el chocolate, pero otros rejuvenecían sin esfuerzo y salían corriendo como si hubieran recordado la razón de su existir. La señora Ana no probaba el chocolate, cuando juntaba las porras y los churros, perforaba la porra con un junco, y los churros se balanceaban libres sin ataduras.
Sí que metió un dedo y otro en el chocolate, aunque lo negara con empeño. Y quedaba saciada. No quería volverse arisca y avariciosa, su encanto estaba en su gracia, su generosa inquietud. Os digo, nunca negó un chocolate o churro al que no tenía dinero o crédito.

Cuando se recogía al final de la jornada balanceaba sobre su cabeza su puesto sencillo y carga. Sus faldas se movían como una marea cálida y así se la veía alejarse con el tórrido sol en su frente ya apagado y sus años a las espaldas como aún se dice. Y daba las buenas noches a todos los que se le acercaban. Llegaba hasta su calle cansada y bien despierta y allí sus nietos y nietas la ayudaban a descargar.
Los ojos se le hacía añicos de alegría y el suspiro que emanaba hacia la noche más taciturna y adormilada. Aun las golondrinas se vertían en el aire como agua limpia, fresca.
La señora Ana no volvió al pasadizo de San Ginés, fue un mal día el que la detuvo. Otros negociaron y algún lucro obtuvieron de un pasadizo estrecho en un Madrid viejo, que apenas se enturbia la mirada cuando ve que sus vecinos se han hecho viejos, o se han apartado del vivir.

Comentarios & Opiniones

Xio

Que talento!; eres esa escritora genial quie me toma de la mano y me lleva a vivir y a ver a través de la lectura hasta los dedos que metía Doña Ana en el chocolate, no conozco a persona alguna que no le guste el chocolate, hay tantas variedades,pero

Critica: 
Xio

la esencia de ese néctar; sin dudas fué creado por algún Dios Enamorado porque va unido al amor...es tan rico el chocolate!!!Gracias Trinidad por tan bella narración, un abrazo sincero, feliz tarde para ti.

Critica: 
Trinidad Catalan

Gracias Xio, te enviaria uno chocolate y Unos churros con mucho amor.

Critica: