Rayado Traveller.

poema de Lepre.

Tras los párpados
cerrados a cal y canto
de un viajero desorientado,
perturbado y ya desalmado
se proyectaba en el horizonte
de su limbo subconsciente
un extenso y cálido desierto
ardiente como un volcán activo,
árido e imponente,
con enormes dunas
que simulaban el oleaje
de un mar que se mecía bravío.
Soplaban los Fuertos Vientes,
que aunque empujaban impetuosos
no movían a este impasible héroe
ni un centímetro, ni un ápice.
Pero guiaban con determinación
hacia una vasta duna
que guardaba con firmeza
un secreto espantoso tras de sí.
Al alcanzar el vagabundo la cima
y enfrentarse a la arena del desierto
que se precipitaba fiera
sobre su piel y sus cabellos
y mirar desafiante al frente
de pronto avistó
allá al pie de las extensas
montañas de seda amarillenta
lo que parecía
una majestuosa urbe
de aspecto barroco y grandioso.
Y sobre el palacio
de estas doradas tierras
se alzaba un espectro
oscuro de tamaño descomunal,
con ojos azul intenso
pero claro como el cielo
que relampagueaban
sobre la torre más alta.
El genio de las tinieblas
levantaba sus manos
y con ellas controlaba vendavales
que azotaban la ciudad sin cesar
enterrándola en polvo y reduciéndola,
haciendo que el resplandor
se convirtiese en un tenue susurro.
Ray Traveller en marcha se puso
de nuevo dispuesto a avanzar
y encaró al genio
con la destrucción de un huracán
manando de su mirada.
Pisó con fuerza
levantando más arena que el viento
y delante de sus inertes ojos
la ciudad, el genio y el desierto;
todo se había esfumado
en un último aliento,
una brisa impregnada de polvo.
Repentinamente el paisaje
se volvió blanco
bajo un intenso cielo tan azul
como los ojos de la bestia
y las dunas ya no eran más
que una interminable
e insondable llanura.
A lo lejos se presentó
una silueta de porte elegante
con un traje impoluto,
del blanco más neutro
y una cabellera también sin color
que se hallaba recogida
en una larga trenza.
Y sus ojos...
Oh, sus ojos:
Aún más intensos que el cielo,
más duros aún que los del genio.
Tras los párpados
cerrados a cal y canto
de un viajero desorientado,
perturbado y ya desalmado
se hizo real un sueño
que lo llevaría derecho
y directo a su destino.
El impasible viajero Ray Traveller,
buscador de buscadores,
nada en el universo lo puede parar.

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