Hablas.

poema de Lepre.

Una brisa mana
de los confines de una tierra
inexplorada y desconocida,
en un horizonte que yace
pasando los límites de la lejanía.
Alentadas por la brisa,
las olas braman
al pie de un risco
por el que fluye un camino de grava.
Y como un susurro,
como un parpadeo,
como el caminar de unos dedos
sobre la piel,
entra la noche
que baña con sombras
la pequeña vegetación
que surge de entre las rocas.

Hablas de las montañas,
pero las montañas
se rindieron al mar.

Hablas de la marea,
pero la marea
fue mecida por el viento.

El cielo estalla en lágrimas
poco antes de caer el alba
cubriendo las hojas de rocío.
El océano es negro
bajo un cielo púrpura
brillante y monstruoso,
inmenso e insondable.
El mar es fuente de vida
e irradia luces difusas
de todo tipo de colores
que explosionan y forman
pequeñas nebulosas
de las que las criaturas se alimentan.
Quién sabe qué horrores,
qué seres, qué clase
de innombrables formas de vida
custodian esas aguas.

Hablas de las montañas,
pero las montañas
se rindieron al mar.

Hablas de la marea,
pero la marea
fue mecida por el viento.

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