Llegaste

Llegaste como el suave roció, que asecha en la mañana
tocando la puerta sin siquiera saber en dónde estabas.
Y yo… Un poeta taciturno que no mendiga cariño
dude en girar la perilla y cruzar mirada contigo.
Pero lo hice… te vi… te permití entrar…
de ti emanaba un aura tranquilizante, sabía que podía confiar.
Quise… solo quise… decidí observarte…
no pensé en describirte, quizás solo apreciarte.
Pero mientras buscaba tu mirada perdida
encontré una laguna con cisnes en la orilla
además de una fogata con un fuego vivo
que no quema, solo es cálido como un latido
tus labios… el agua que quisiera tomar
tus manos tan suaves, creo que podrían encajar
perfectamente en las ranuras de mis dedos
que quieren acariciar tu rostro para calmar el miedo.
Tu piel tan delicada desata el éxtasis
por eso no puedo evitar en hacer énfasis
la gente dice que cada persona es un mundo
pero… yo odio el mío y quiero pasar en el tuyo mis segundos.