Mi niña, adiós.

Mi querida niña
¿Cómo pudiste siquiera pensarlo?
Tu vestida de gala
Ante lágrimas sinceras
De quien te amó de verdad.

Debiste haber gritado,
Hacer ruido,
Si no parabas de chocar
contra lo mismo.

No estabas sola,
jamás lo estuviste.
Y quisiste etiquetarte,
Clavarte dagas en el pecho,
Asumir la culpa del caos.

Dulce morena,
pero tan pálida.
Parecía que querías renunciar siempre, por un sueño nuevo.
Nada era perfecto, no era suficiente.

Y tus carcajadas un buen disfraz,
Tu sonrisa no te delató
Y esa mirada más cerrada que viva
De ojos que merecían observar el mundo:

No me dio la pista
De que abandonarías este vuelo en busca de otro.

Hablabas de lo inmenso, de lo incomprensible...
De lo fácil que era para ti vivir.
Que nada te hacia falta,
Que nadie te faltó.

¿Cuantas mentiras amiga, se hicieron tu verdad?
Tu sin preocupaciones ibas flotando por el mundo,
mezclandote con el aire,
sin ser descubierta.

Y ahora hace ruido el vacío
Que ocupaba tu mirada,
que ocupaba tu voz y tus manos inquietas.
Tanto de ti, que no se encuentra.

Y ahora tú mi princesa, de labios de rosa
Con un cuento acabado
En el cielo azulado:
Alcanzas tu anhelo
Consigues la paz