BEBIENDO LÁGRIMAS EN COPAS

Quise despedir su mirada, pero el peso de la conciencia encadena sus ojos al suelo. Acariciando otra cabellera negra, recitaba, procurando que extrañara su lugar, para que no cese su arrepentimiento.

Buscar reciprocidad al quererla fue el sueño que se hizo pesadilla. Un pozo profundo en el que solo sangrando salí a flote, aún sediento, porque el agua que prometió calmaría mi sed, nunca la pude encontrar.

Si te pregunta, cuéntale que me embriagué tomando sus lágrimas en copas, conmemorando las botellas que a su nombre iracundo quebré llorando. Dile que deseo que pase por lo mismo que yo...

Que la forma de su cuerpo provoque noches de desvelo, dudas y tormentos. Que varias madrugadas tiemble de ansiedad y frío. Que al despertar se encuentre con un apetito perdido. Que el silencio gritando a diario le recuerde su error.

Que cada paso que dé la arrastre hacia el abismo que más de una vez ella cavó para mí. Que cada palabra que pronuncie se convierta en un recordatorio de los ecos de mi voz, ausente pero omnipresente en su conciencia. Que las calles que caminamos le susurren historias de un pasado mejor, dejando un rastro de nostalgia que ya no puede seguir.

Que el reloj en su muñeca marque lentamente el tiempo, cada tic-tac un recordatorio de lo irremediable de su elección. Que los días se alarguen y las noches se estiren, cada momento un espejo de su soledad.

Que el sol no le caliente ni el viento le acaricie, que cada estrella en el cielo sea un reproche luminoso. Que encuentre en su reflejo solo la sombra de lo que fue, un fantasma de su propia creación. Que al final de todo, cuando busque consuelo o compasión, solo encuentre el vacío que dejó atrás, un abismo donde una vez estuve yo.