Agua de bajada

Gitano, no me digas que te duelo;
que otra vez ya no te creo;
Empeñado me enturbiaste la sonrisa
de pelear por causa omisa.

Gitano, no me digas que prometes,
ya tu llama no me prende.

Moreno, me dijiste que me amabas
y acallaste mis palabras,
con razones alteradas.

Sembraste violento tu deseo
en mi vientre aletargado,
trocando en desdén el consuelo
de todos los que yo he amado.

Forzaste mi exilio en tu abrazo
ceñido y calado
por escapar del enfado
y redimirnos del pecado.

Con etílica estocada,
laceraste mis entrañas
siendo nueva desposada.

Sangrando mi esperanza pa' la vida,
ufano me cerraste las salidas.

Vetaste mis ideas y mis votos,
vocaciones y alborotos.

Pillado, me dijiste
“no estás sana”,
dijiste
“no mereces mi confianza”.

Con tu labia me hice nada
y me cubrió la ceguera,
cansada de la batalla,
me olvide de ser guerrera.

Me volví cual Magdalena
que exclusiva se condena,
alma que no es amada
pero que siempre se entrega.

Culpaste a esta gitana de liviana,
por tus celos sin motivo.
Me negaste todo amigo
y mi cordura perdió filo.

Juzgaste a mi familia de pesada
y controlaste toda plata.
Gitana languidece en tu bravata,
no hay mano que le levanta.

Mas los trinos que procreamos,
me despiertan del letargo.

i Gitano, ya no te creo,
tu verdad ya no la trago!
El encono que me llena,
me empuja pa’ hacerme cargo.

Descuida, que cualquier moza
podrá servirte de almohada,
claro es que amaste el confort,
más nunca apreciaste el alma.

Declaro que yo valgo lo que el agua
que no puede ser parada;
abreva, da vida, limpia
iY hoy correré de bajada!

Me vuelvo para el cauce que llevaba
aunque ahora no tenga nada.

Papacito que me llevo a tus gitanas
pa‘que aprendan a ser damas.

Proclamo
no quiero más tu infierno
y hoy comienzo otro cuaderno.

Les digo que nos vamos por la senda,
quiera Dios que lo comprendan.

Porque hoy te digo adiós
y no hay remedio,
aunque sienta algo de miedo.

Adiós, adiós, adiós, adiós,
te dejo:
este gastado anillo
sobre tu espejo.