Las ruinas de Efeso

Anduve entre las ruinas de un imperio
rodeado de muertos longevos del primer mundo
y pálidas bellezas que encienden los recuerdos
cuando la vida va en reversa.

Todo era hermoso en aquellos días -dice el guía turco-
por aquí pasó Cleopatra del brazo de Julio César
antes de dejarse morder por el veneno de Antonio.

Las letrinas de Efeso están intactas,
pero el templo de Artemisa, como todo lo bello, se esfumó,
el esqueleto de la Biblioteca nos asombra
y en las gradas del Anfiteatro conversamos a pleno sol
como actores de efímeros vídeos
de un grupo humano que jamás trascendió.

Cerca de allí, en la punta de un cerro,
están los restos de una casa triste
donde una madre se quedó para siempre,
con el joven más querido,
a la espera del hijo pródigo que nunca regresó.

El resto son palabras y lamentos convertidos en piedra,
que escuchan otros dioses en otra dimensión.

Efeso permanece
entre las próximas ruinas de nosotros
los pasajeros.