El artista

La vida del artista en su nómada bohemia
Cabalgando sobre las olas de inspiración
Que como el vaivén de una suave marea
Empuja el motor de su emoción.
El artista, ese autista
Quien domina el idioma del corazón
Quien a todos habla desde su secreto
Con esa pulcra transferencia y transparencia
Sordomuda y ciega.
El artista que encuentra en la belleza de su dolor
El látigo que quinientas veces su espalda lastima
Y hendido en su cuerpo cual deformación
Las jaulas de su ilusión, irónico adivina.
Por un largo tiempo, ausente y callado
Absorto en sus obras adjudicándole al mundo
Ese recuerdo que será, para muchos y otros tantos
Un llegar a sí mismos en la flor de lo más profundo.
Retrato de la vanguardia de un ofuscado templo
Herido en el umbral y en la penumbra de unos besos
Que de madrugada en camas redondas se dieron.
Un cabo en la nostalgia, anda suelto y desimbuelto
Como el rumbo de un pirata cuando hereda la libertad
En cada surco de agua salada que le empuja mar adentro.
La resiliencia del artista, como el puño del ateo
Alzado en el aire para mostrar la fuerza
Clavado en la mesa o contra la puerta
Vencido en la cavidad más negra del destierro.
Claveles firmados con adrenalina y metadona
Para el que se abre a la verdad que le aguarda
O para el que regresa de ella a todas horas.
Corredor de la muerte de esos zapatos viejos
Que en viajes cruzaron las sabanas de muchos espejos
Aventurero en la salida de un mundo que en otro entra directo.
El artista en su psicosis, no es nadie más que un genio.