LLAMO A TU PUERTA

poema de Susodicho

LLAMO A TU PUERTA

Suenan a hueco tres golpes
que doy a tu puerta,
en la casa vacía que no habito
desde hace demasiado tiempo
No puedo esperar
sino tu asombro cuando abras.
Quien sabe también
si un fastidio, que no puedas
disimular.
No creo vayas a hacerlo
con alegría,
pero tampoco azorada
ni asaltada por el temor.

Aspiro a una expresión de agrado,
con sincero afecto
De odio no imagino un gesto semejante.
Con el correr de los años
hubieron de licuarse los vestigios
de aquél cansancio manifiesto
y compartido
que llevó a dejarme un día
cabizbajo,
de pie y en este mismo umbral,
maleta en mano
a la espera de un taxímetro.

No haría el intento de llamar
si presumiera tu desprecio
al recibirme.
De allí que me decida por golpear,
confiado en una bienvenida.
Disfrutaré de verte
repentinamente confundida,
sin atinar a dar por cierto,
que soy aquél, este mismo
que hoy viene a visitarte
Pero en cambio
el sobresalto es mío
frente a la cara de un extraño
de cuya palabra siento
que mi error no tiene vueltas

“Mi mujer no está”
dispara displicente,
indicándome la dirección
del consultorio
en donde atiende, dice,
“a sus pacientes”
y formula una pregunta
de impacto similar
al de un martillo que golpea
sobre el yunque, donde mi corazón,
se aplasta triturado:
“¿Quien la busca?”
La calle no es la misma
de hace años, cuando me fui.
La veo un largo pasadizo
hacia la nada.

Rene Bacco