PSIQUE EN REBELDÍA.

PSIQUE EN REBELDÍA
___________________________________

¿Quién podría oponerse al culto de las doce rosas?
Quien sería capaz de oponerse a recibirlas...
Solo el sacrílego ultrajado, castigando a su propio numen, reduciendo sus sombras a cenizas.

No hay peor aroma que el despedido por la bondad corrompida; el de una rosa iracunda
que bebe sangre por sus espinas
dándole así, color a sus pétalos para terminar siendo un simple óbolo en las garras del amor.

Mi superficie padece a veces de mezquindad;
—es engorrosa, golfa, vanidosa—, que no percibe a éste, mi interior, forjado en un pretérito de miedos y sombras.

No puedo olvidar si nunca te recuerdo.
No puedo caducar si aún no comienzo.
Sin embargo, soy capaz de doblegar las rodillas y rezar tu nombre; nombre que ignoro todavía, como ignoro si tengo veintiún costillas, un corazón, algo de alma y la psique de rebeldía.

Mas, ciertamente puedo testimoniar
que soy el sol de una noche cualquiera,
la luna en un día y una estrella
perdida en el universo de tus ojos.

Mi apariencia engaña a cualquiera, lo sé,
pues mi sonrisa es fingida
cuando no es más que un llanto contenido;
una metamorfosis, un sueño o quizá un simple olvido.
Soy, cuando llego a estar, un ser embravecido
que se niega a aceptar que dos por dos son cuatro.

—Ciego empedernido—
Creyente del verdadero amor, sigo siendo poco o nada...
Un simple bohemio que escribe entre Aqueménides y Macareo, que tiende a reflexionar creer en todo y que en nada cree.
Pero jamás vacilo en declarar que ostentoso,
guardo en mi corazón los recuerdos vividos en devota pasión.

Guardo en mi libreta todas las efemérides; días imperfectos, noches de verano, tardes de otoño y meses de invierno y también guardo en mi alma un segundo sagrado entre tus brazos en una eterna primavera que huele al aroma de verdes hierbas que han sido pintadas por un manantial de flores.

Me opongo al olvido, como también me opongo a las malditas rosas rojas.
Pues al amor hay que darle vida con sangre y pálpitos llenos de besos que salen desde los mismos abismos del corazón que incesante, no se pierde dentro de esta psique rebelde.

Raymond Sánchez.