NOCHES PÁLIDAS.

NOCHES PÁLIDAS
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¿Será que cuando cultivamos el jardín de la palabra
y hacemos de las flores poesía, nuestro corazón sangra menos?
A veces pienso. A veces, también siento.

—Inhalando, exhalando versos—
Amor mío, mi mayor virtud, mi peor defecto;
soñarte entre dormido y despierto
haciéndome el desentendido en mi peor momento.

Cuando en estas noches pálidas
la ciudad me ve manejando sobre el asfalto, a lo lejos
te busco entre los parabrisas, en los espejos;
entre mares de rostros que, sé bien, no me traerán el tuyo.
Y aquí, navegando en esta selva de cemento
con la frente en alto, posando mis ojos allá,
en esos llanos blancos, mi alma te busca
y se mezcla con el ocaso como un pajarito,
con los ojos brillando y el corazón extrañando.

Heme allí, amalgamado en el crepúsculo
a punto de morir de un infarto,
muriendo en ganas de escuchar tu canto.
¡Exhalo aire profundo!
Y me repito —No hay noches tristes—,
pues no me quejo de su compañía que alivia
cuando tu ausencia la pinto con esta tragedia mía.

Tristezas.Tristeza.

Cuando cierro los ojos y pienso en ti,
siento como esta fuerza se desprende de mi alma blanca
y me avoco a la tarea incesante de navegar
dentro del abecedario para, con puño firme,
componerte estos versos desde mi ardiente pecho.
Decirte quiero un te quiero para perpetuar un te amo,
y aún así, no hay nada en este mundo
que logre atenuar el desencanto
o que me pueda piadosamente, resarcir esta muerte lenta
que invoca la necesidad de tocarte
con mis manos esta noche
y de acariciar tu rostro con la memoria de estos labios
mientras decrépitos, se van haciendo los latidos de mi corazón.

Aunque las mismas banalidades de este mundo mal intencionado
me van cobrando piso, buscando contener mi sonrisa, no quiero despertar.
Mas, el estratagema de mis sueños suele ser más audaz
y en tus labios pinto un poema con el tinte de mis besos dándole color a estas noches, mis noches pálidas.

—Mi boca ya pregunta por la tuya—¿Dónde estás?
Ven a la luz de la luna. Haremos el pacto cuando llegue a poblarte.
Mi pluma retomará el viaje y adentrándose en el valle nocturno con su suavidad,
se irán desnudando las estrellas que en sortilegios de blindados brillos ya no podrán dar color a mi tristeza.

A ella solo la puede pintar de azur aquella, la espléndida sonrisa
que desde el mismo corazón en tus labios reflejas.
¡Es por tu sonrisa, que respiro!
—Es allí donde quiero terminar mi prosa—
Para poder tildar este gris embrutecido
en algo mucho más colorido.

Siendo el rojo de tus labios color carne brava,
los que me llenan vacíos de ausencia en estas noches pálidas,
donde tu amor me trae el color en su esencia.
¡Y te declaro!
Vamos —no busco ser un trovador— solo anhelo, gracias a la tinta de mi pluma, pintar de colores tus sonrisas devolviendo con tu candor, vida a la vida mía.

Raymond Sánchez.