Paradoja, agradecer por el dolor!

Aún duele y aún lástima.
Aún sangra...
Siempre, y a cada instante hay que cuidar de esta herida, que dejó en trozos nuestros corazones.
Los pedazos no se quieren unir todavía, no hay nada que los haga juntar.
Ni hilo, ni pega, ni clavos.

Intenté soldar pero fue peor, hicieron quemaduras y ahora no sólo duele sino que arde también!

Sin embargo, pienso en Él, si Él que dejó morir a su único hijo de forma tan brutal y sangrienta y lo hizo por amor a mí! Siendo así, ¿¿¿cómo reclamarle algo, cómo ofenderme, como herirlo con mis desahogos???

No se puede porque además sólo Él de verdad entiende este dolor y sólo Él puede sanarme y librarme de una vez por todas de este tan cruel dolor!...

Así que con mis ojos bañados en lágrimas y casi sin poder escribir, tan sólo quiero agradecerle por los treinta y tres años que me dejó disfrutar de ella, mi hermana bella a quien levantaba en mis brazos sin mucho esfuerzo.

Por los casi tres años que me permitió sonreír con aquellas sonrisas extravagantes de Bia, mi tierna y dulce sobrinita.

Besarlas y tocarlas! Fue un placer.

Permitirme tener su mismo apellido fue un regalo espectacular, sinceramente no lo merecía!!!

Sé que para muchos suena ya exagerado, y dicen: dos años ya y no lo supera.

Otros tienen pena y se callan, hay también los que se ponen en nuestra piel, o lo intentan al menos, y ahí están, dure lo que dure, siempre estarán...

No puedo dejar de mencionar a los Ángeles que en forma de hombres nos acompañan día y noche sin tregua!

Duele, pero gracias, gracias!
Eso dice mi Dios que debo hacer, agradecer en todo y a cada momento, así que GRACIAS!
Por: Priscila R. de Azevedo