Un mismo universo

Esculpí mi deseo en la arena,
sopló el viento y lo perdí.
Tallé mi dese hecho obra
en el húmedo barro,
y al secarse crujió,
en pedazos se esfumó,
cada uno de sus cristales
por el suelo rodó.

Pinté en un lienzo
el recuerdo de mi deseo,
cargando cada imagen,
del más hermoso arco iris,
pero al irse a dormir el sol,
su imagen en la inmensa tela,
sin darme cuenta, se la llevó.

Qué triste quedé
en mi soledad,
contemplando
el escuálido bastidor.

Grabé en el duro pedernal
con filosas hojas de diamante,
algo que representó
lo que un día fue mi deseo,
pero antes de terminar,
en chispas rodó,
y en el sediento vientre
de la oscura tierra
se ocultó a mis ojos
ni siquiera pude contemplar
su último reflejo.

Entonces…
me acerqué
atentamente
a contemplar
la humanidad…
Escuché sus palabras,
sus palpitaciones,
que en torrentes recorrían
su imponente geografía.
Escudriñé en sus miradas,
intercambié
sus abrazos,
compartí su alimento,
me hice participe de su tristeza
y cómplice de su alegría.

Fue así que comprendí….
que su deseo era mi deseo,
que ellos estaban en mí,
como yo lo estaba en ellos,
porque hacíamos parte
de un mismo universo.