Remordimiento

Tañen de noche las doces campanadas,
Son los latidos del olvido,
La música que resuena en la desesperanza,
La luz trémula cuando todo queda oscuro.

Agitan las manos los dolientes,
Perseguidos como siempre por sus abismos,
Olas golpeando en sus rompientes,
Trayendo lo que mejor estaba perdido.

El tiempo y la calma aún enemigos,
El volcán emulsiona todas las cenizas,
Quemando la piel con golpes certeros,
De desconsoladas e inmisericordes llamas.

La razón es un mero visitante,
Apátrida en la tierra del recuerdo,
Observador imparcial y a veces distante,
Sin embargo debió ser el amigo querido.

Y sin embargo no callan,
Trayendo con cada sonido una lanzada,
Perpetrando una cicatriz anidada,
En el nido de un corazón que ya no habla.