Alborada en Flores

suena fuerte, aun
rodando el pánico en su caída,
he batido al vértigo,
a cuchillo y sudando
en cada esquina de Flores,
lamiendo mis heridas,
he creído alcanzar apenas
una esperanza;
estás,
aunque las sombras de una ciudad conspiren,
aunque el asombro sea promesa
o augurio,
o increíble certeza;
estás en los sueños viejos,
en las tan cantadas
idas y venidas de mi río;
estás,
en el rumor de este amanecer, estás,
contando historias,

las nuestras,
las de siempre;
las que inexplicablemente
mi piel de tu piel,
tan de memoria sabe.