Muerte ingenua.

Piensa la muerte…
qué al alejarte de mi
te olvidaría,
pero estás en un lugar tan escondido
que ni ella te encontraría,
allí, puedo verte, hablarte…
abrazarte, darte las buenas noches...
los buenos días,
acariciar tus manos
contarte, como me va la vida.

Es, un lugar tan protegido
que ni mil cañones derribarían,
ni siquiera “ella todopoderosa”
lo conseguiría.

Tiene un nombre bonito,
en el cabe la emoción...
la tristeza, la alegría,
y tú, todo entero…
dejando lugar..
para todas sus fechorías.

Nos vemos sin tener hora ni cita,
puedes entrar y salir…
cuando tu alma lo necesita,
a veces, te escucho llorar
y sin quererte molestar...
me uno a ese derroche
y, en silencio mi voz te grita…
¡Qué vives en mi corazón!
pero ¡cuidado! a ella, no se lo digas!
porque aunque es impenetrable…
podría a mi mente afectarle
y olvidar el camino
para poder hacerte una visita.

Y… si piensa, que puedo olvidarte
porque tu corazón...
ya no late, y el mío aún respira,
¡Qué equivocada está la muerte!
me sobran latidos para quererte…
y alas, para llegar hasta arriba.

¡Qué ingenua la muerte!
se cree tan valiente y fuerte,
que piensa, que un cuerpo inerte
ya no contiene vida.

Téura