BALADA LAUDATORIA AL AMOR DE LA MUJER

Para envidia de Afrodita
y de Adonis su desgracia,
existe en quién uno sacia
la gran pasión infinita:
el Ella, en quien la cuita
va sumisa a desvanecer;
y al que tócale padecer
el mal de la desilusión,
es la mejor solución
el amor de la mujer.

Ella es música amorosa
con que se inspira la bruma,
quien a los aires perfuma
cual el lirio, cual la rosa;
más que visión de una Diosa
es cuando viene a amanecer,
tras desdeñar a Lucifer,
sobre el pecho como almohada.
Yo prefiero, como a nada,
el amor de la mujer.

Ella es inmensa como el mar;
como tal es su cariño
cuando dale al tierno niño
preciosa lección del amar.
Ya haciendo reír o llorar,
frustrando el afán de querer,
o haciendo volar nuestro ser,
nada hay cual su tesoro.
Es el amor que yo adoro
el amor de la mujer.

Dale valor al cobarde
con su verdad y mentira,
y al trovador y su lira
como un gran sol de la tarde;
así vibra y así arde
con un omnímodo poder
el encanto de su ser
en la mente y la memoria.
No desdeñes, por la gloria,
el amor de la mujer.

Es Ella el gran pensamiento
o la luz de la mañana;
cual un ave en la ventana;
como un suave y leve viento.
Ella danos el aliento
para nunca recaer.
Escojamos, al placer,
a los lauros y racimos,
y al listel que perseguimos,
el amor de la mujer.

D. R.