Nuestro latido es el amor.

Somos ese instante, finito expuestos casi siempre a un último latido.

Caminamos con los ojos distraídos, perdiendo de vista lo amado, lo importante, lo sublime.

Pero nuestra alma busca eternidad en el corazón de alguien más.

Amamos y somos amados.
Perdonamos y somos perdonados.
Que intenso es buscar comprender esto.
Qué no hay fuerza mayor, que la fuerza del amor que nos construye, fuerza donde reside toda nuestra esperanza.

Único sentimiento capaz de entregar el alma para el sacrificio sagrado de decidir cuidar y dar a otro más mucho más inclusive, de lo que se da a uno mismo.
Amar es entender que el verbo implica acción y servicio, amar es más que devoción, amar es darle propósito al hecho de estar vivo.