Debo confesar

Cariño, aprendí a solas a vivir sin ti,
Encontré la dicha en mi soledad, sin mentir.
Pero debo confesar, con total sinceridad,
Que anhelo que te quedes en esta realidad.

Mi corazón aprendió a sanar sus heridas,
A ser libre y a vivir sin pasadas medidas.
Descubrí que mi felicidad no depende de ti,
Pero eso no impide que en mi vida desees existir.

Mis días ahora tienen serenidad y paz,
El amor propio se convirtió en mi gran solaz.
Y sin embargo, no puedo negar mi deseo,
De tenerte cerca, de saborear este trozo de cielo.

Tú, en mi vida, eras esa chispa de luz,
La melodía que enciende mi ser, mi alma seduz.
Eres la toscaza que completa mi sinfonía,
La nota que anhelo, mi perfecta melodía.

Puede que haya aprendido a caminar sola,
A tomar decisiones sin pedirte una hora.
Pero en cada paso de este camino incierto,
Siempre habrá un espacio donde desees estar cerca, eso es cierto.

Quisiera que te quedaras, aunque sea un rato,
Para compartir momentos, sin importar el contrato.
Estar en mi vida, aún sin ser imprescindible,
Deleitarnos con risas, caricias, eterno e indefinible.

Cariño, he aprendido a vivir sin ti, sin dudar,
A disfrutar de mi soledad y valorar mi andar.
Pero siendo sincera, en esta confesión,
Me encantaría que te quedaras en mi vida, sin ninguna excepción.