LA TORTUGA LORA

La tortuga Lora
era una nadadora,
fina y encantadora.
Se lucía en su mecedora,
donde reposaba
tomando sol en verano.
Ante un peligro eminente
mientras que tocaba el piano,
ocultaba su cabeza,
no mostrando su diente,
al sol ardiente.
Vivía en el mar
rodeada de caracoles,
conchas de mar y
corales de diversos colores.
Se dejaba amar
por los tortugos voraces,
que con los picos duros
comían moluscos y peces,
nadando largas distancias
para obtener ricos alimentos
que les hiciera bien a sus cuerpos,
hambrientos y sedientos.
Lora era feliz,
lo sentía en su nariz,
y también en su piel
cual, si fuera de papel,
manejando su motriz,
para nadar las aguas cálidas
y colocar sus huevos
en agujeros de la tierra húmeda
y así comenzar su juego
en algún arenero, de estas
playas tropicales y de fuegos
de artificios, que el calor le transmitía
iluminando sus días.
Si se arrugaba su piel
en el agua, se secaba al sol
para evitar que le sea infiel
su tortugo dulce miel.
Ella era la estrella por esos
alegres días,
confundía su caparazón,
con alguna sandia,
se vestía de verde
para no perderse
y que alguien la recuerde,
evitando también caerse
de sus patines alegres dorados,
que lucía envidiando a las otras.
Lora era una lora,
caminaba despacio,
pero sus palabras llegaban rápido
hasta el espacio.
Era una tortuga educada
y muy afortunada,
creía en la amistad
valoraba la sinceridad,
que le dijeran graciosa
por sus alegres movimientos
ruborizan su cutis de diosa
tornándose color rojizo
o anaranjados cobrizos.
Su piel brillaba en la arena,
era toda una fiesta,
que hasta con ellas las sirenas
jugaban felices y contentas.

AUTORIA: María Elena Lapadura
País: Argentina
Imagen tomada de la web
Derechos reservados de autor

Comentarios & Opiniones

Sissi Schneider

Nada más lindo tiene la juventud que el hecho de estar en una etapa de crecimiento y de gozar de todos los atributos que le dio Dios, un cuerpo agraciado y con gracia.

Critica: