Carta de MI para mi próximo YO

Querido próximo Yo, espero estés bien, aunque por cómo van las cosas en la concretud de la existencia y con lo sartristas que somos, lo dudo. Pero bueno, como escribió Vladimir a Esenin, al enterarse ese diciembre helado de Leningrado, que su gran amigo, el comandante en jefe de la fuerza humana, se había ahorcado en aquel lúgubre hotel: "Debemos arrancar la alegría de los días venideros. En esta vida morir es cosa fácil. Hacer la vida es mucho más difícil".

Ojalá y te sientas realmente a gusto con el cuerpo que te tocó, con su sexualidad, con su robustez sublime, con su afable primavera de infiernos y manzanas prohibidas, que puedas vivir muchísimos años celebrándolo y que como indica Galeano: aunque la iglesia, la ciencia y la publicidad, digan lo contrario, que siga gritando: "Yo soy una fiesta". Sin complejos sociales, sin ataduras moralistas, con buena mar, hasta el próximo viaje. Porque aunque creo que es posible que estemos en alguna etapa algo evolucionada, estoy seguro de que nos quedan algunos viajes más todavía, lo siento en la llamarada del pecho y en ese hilo sandunguero que recorre la espalda anunciando nuevas volteretas terrestres y mundanas, hasta la descomunal liberación cósmica.

Hay algunas cosas que me gustaría dejar claro, un poco en tono de exhortación y otro poco en tono de ultimátum. Por ningún motivo, jamás, léase bien esto, jamás y nunca, que es más remoto; te acostumbres a nada, te acomodes demasiado, te sientas complacido del todo. Lucha por despertar lo que los gitanos llaman: "duende", ese: "poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica", ese: "espíritu en las ultimas habitaciones de la sangre", como diría Lorca. Es cierto, no será fácil, no habrán sacrosantas soluciones expeditas, no tendrás paz por indolencia ni reposo por costumbre. Es una exploración belicosa y cuasi mortífera, con mucho de caballería quijotesca y asalto prometeico y no siempre ha de devenir en condensadas trascendencias o altruismos; la mayoría de las veces, hay que decirlo, sólo ha de transformarse en una insignificante historia de lágrimas y efusiones, una rabieta inútil en las postrimerías de la inspiración, una cuerda, una hojilla, una bala, una carta. Sin embargo, yo no sé de qué otra forma se podría vivir sino es aventurándose en las distintas convenciones que demanda el espíritu, procurando la cima de todos los deseos, en la locura por el vivir y quemándolo todo, como indica Kerouac, On The Road: "como fabulosas velas romanas amarillas explotando, como arañas a través de las estrellas y en el centro, se ve el color azul claro, y todo el mundo dice: ¡ah!...".

No te pediré que le arranques una década al neoliberalismo como hizo Chávez, ni que te forjes en la profunda fe de Fidel cuando en medio del vaso vacio del desembarco del Granma le dijo a Raúl en Cinco Palmas: "¡Ahora sí ganamos la guerra!". Te pido que fragües memoria, que construyas un mínimo de desobediencia, de racionalidad de la duda, de instinto de la rebeldía; para que no termines siendo lo que la digna y enérgica lozanía aborrece. El mundo ya no necesita más fanáticos creyentes, moralistas de costumbres o Warren Buffetts, mercenarios del mercado mundial. El mundo necesita ser amado, es decir: gente que se ame. No te pido que entiendas el debate entre Foucault y Chomsky, o que te aprendas de memoria los Grundrisse del capital, pero no nos traiciones, no nos traiciones.

Ten cuidado con la soledad, puede gustarte mucho al principio pero con el tiempo se vuelve en una adicción más, de esas que reconoces como mortíferas pero imprescindibles. En el amor, siempre ve de cara al sol, con las cartas encima de la mesa, con la verdad como bandera. Esto te traerá muchos problemas, pero también esa extraña serenidad que deja la franqueza. A tu albedrio te dejo el matrimonio, la religión y el club, pero desde ya te digo que todo es una mierda.

PD: Escucha mucha música, busca un grupo llamado Manu Chau, te alegrará. En cine, mira todo y afíncate en Aristarain, es tarea fija, no te lo pierdas. Lee clásicos no les creas tanto, deslúmbrate con Galeano, diviértete con Cortazar y Gabo; y si te dan ganas de poesía, corre a Lubianski por Mayakowski y regresa por el Chino para terminar en Pereira.

Sonríe más, es una orden.
¡Te quiero!