¡Salimos!

Desajusto mi corbata,
lidiando, así, con los nervios...

Que antes lo hicimos mal
no es para nadie un secreto,
pero lo peor de todo
es que ansiamos repetirlo;

que, después de hacerlo mal,
lloremos, nostálgios perdidos
por volver ya a aquellos tiempos,
los oscuros tiempos de antaño.

Quisiera ser el arquero
que prende fuego a la aljaba
y nunca más lanza flechas
que perforen carne de alguien

y así predicar con el ejemplo
de que no hay que cortar
ni lazos, ni carne, ni madera;
solamente por lo sano.

Quisiera ser el arquero
que anuncie el contraataque,
gritar "¡salimos!" bien fuerte,
que ambicione una remontada

y así enfocar al elenco
de actores por vivir:
no les hace falta un escenario
que confine su experiencia.

Desajusto mi corbata,
lidiando, así, con los nervios...

Trago en seco mi saliva,
lidiando, así, con los nervios...

Golpeteo con el índice el micrófono,
lo saco, dubitativo, del atril...

Reinfectémonos de espanto,
del que antaño nos curamos,
veamos sin miedo a la aguja,
enfrentemos a la duda.

Si abandonamos el habitáculo
y nos unimos al espectáculo,
si abordamos esta lorcha,
que sea apretando la antorcha.

Si vivimos para contarlo
que no sea para arruinarlo
sino para cambiar cosas,
plantar y oler las rosas,

llorar, ahuyentar la angustia
del hedor de la flor mustia,
tomar cielos en las manos,
poner tierra en los pies.

reír y regar avernos
en que ardemos, carmesíes:
tomar al toro sus cuernos,
poner puntos a las íes.

Seamos mucho más drásticos
contra quienes convirtieron
tierra firme en piso árido.

Vamos a ser más fervientes
con los filos que embistieron
a tantos seres vivientes.

Sí, vamos a reintentarlo;
sí, vamos a reinventarnos.
Vamos a hacerlo bien,
hacerlo bien esta vez...

Compremos una gramola,
surfeemos todas las olas,
volemos todos los vientos,
no solo los a favor.

Vendamos nuestra pistola,
que las balas son tan tontas,
ellas nunca resolvieron
nada sin sembrar pavor.

Seremos así la aurora
de este nuevo albor,
de esta nueva cantautora
que pega, efusiva, el gong.

Seamos ahora el prólogo
de la nueva redacción
o el primer aplauso incómodo
que precede a la ovación.