Las frías vías de Asunción

Tus coletas de color dispar,
tu mochila: martillo y guadaña
y el tatuaje curioso de lémur

de mí más no podías distar,
era un mundano y vos, destacabas
coronaba en tu tabique el septum.

Mientras, con unas mangas de redes,
siete cortes pobremente ocultos,
tus muñecas eran buscapleitos.

Bajo tu falda, corta y endeble
asfixiaban con fuerza a tus muslos
las medias largas, bajo Chuck Taylor's.
#
Quién diría que me quedaría

oxidándome, como en Asunción las vías
(que están tan frías, tan frías, tan frías...);

ansiándote, como ellas ansían
a un tranvía, a un tranvía, a un tranvía.
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Lo que escondía mi pelo prolijo
y mi camisa inmaculada
era un peligroso pirómano

que lo puso todo al rojo vivo
-incluso tu incandescente cara-,
que no paró hasta enviarte al quirófano.

Mi quiromancia no habló de retoños,
sino de luces de mi vengala.
Me pregunto qué me delató.

¿Habrá sido que, al ver mis ojos,
en lugar de verte reflejada,
viste bien clara la ignición?
#
Quién diría que me quedaría
(...)
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"Si salimos, seré chirolera;
ya habrán más y mejores chances
el próximo año de abanderada".

"Si rompemos, seré mochilera,
tendré en mi lengua una argolla grande
y mi cabello enredado en rastas".

Los orgasmos se marcharon riendo,
sabían que sin ellos no había
chance alguna a postergar tu gira.

Dijeron verte recorriendo
-armada solo con tu mochila-,
de Tierra del Fuego a La Guajira.

#
Quién diría que me quedaría
(...)
#
Si te vas a perforar la lengua,
que el próximo culo que lamas
sea de alguien a quien amás.

La despedida fue de lo más superflua;
me dejaste cuando ya estabas cansada
de vengarte, conmigo, de tu papá.