Poema XIII

Te escondes para mirarme?
Espiame! Así descubrís todo
lo que tramo y aún más.
Digo: no te ocultes, total...
tu piel se excede para ser
un solitario relámpago.
Casi que te toco
en este claroscuro.
Ahora digo: te rocé,
porque tengo el olor
del pasto húmedo
sobre mi nostalgia.
Después, te mostré
los dientes sin gruñir,
capaz que indefensos…
frente al verde
de tu instante.
Esta vez la sangre
que traigo,
tiene que ver con la ternura
y no con el dolor,
para vos que estás ahí riendo,
dejando los gatos
en otro manicomio.
Ahora me escondo yo,
para empezar a espiarte.