YO SOÑÉ QUE TU SOÑABAS

Yo soñé que tú soñabas

Yo soñé que tú soñabas que mis perezosos ojos despertaban y hambrientos devoraban tu mirada.
¡Disipando la tristeza que les ama!

Yo soñé que tú soñabas que tu respiración ya encarnada dentro de mi olfato, tomaba el control de mis dañados pulmones, pulmones que depuran a ese aire viciado que aun les corrompe.
Por segundos le impregna de movimientos a lo que queda de mi pecho, mientras tu juguetona boca le susurras a mis oídos cuanto es lo que me extrañas.
Yo soñé que tú soñabas.

Tú soñabas que mis brazos aun se aferran a tu espalda,
yo soñaba que mi piel le hacía el amor a tus largas manos;
tú soñabas que mis labios presurosos se perdían en tus largas piernas.

Yo soñé que tú soñabas en exigirle al destino que tus huesos y los míos fueran mezcla de un solo polvo, que ese polvo se abonara dentro de este fétido cementerio.

Yo soñé que tú soñabas que ese adiós jamás se presentaba, que ese adiós jamás se llevaba lejos a mi alma.
Yo soñé que tú soñabas.

Yo soñé que tú soñabas que la muerte aun con sus artimañas jamás nos separaba,
yo soñé que tú soñabas que yo solo soñaba en ti, que el calor de tu desnudo cuerpo recostado dentro de mi tumba convocaba a mi espíritu a no regresar a este lúgubre encierro.

Yo soñé que la muerte apenada por un segundo le otorgaba movimientos a lo que queda de mis restos.

Tú soñabas que en un futuro no muy lejano yo seguiría dentro de tu ser.
Yo soñé que al despertar nunca seria para ti un recuerdo de tus sueños.
Yo soñé que tú soñabas que aun después de muerto puedo besarte.

Yo soñé que tú soñabas que en cada momento de tu existir, mi piel aun te cobija alejando el aliento de este frío viento.
Yo soñé que tu locura te mentía y que confundías por momentos el calor de mi piel con otros huesos.

Tú soñabas que mis manos olvidaban las facciones de tu rostro.
Tú soñabas que mi voz te recitaba poesía enamorándote más y más en cada una de tus noches,
noches en que la ausencia de mi ser hace mella en tu escasa realidad.

Tú soñabas que yo soñé en que nunca me dejarías partir,
yo soñé que tú soñabas en que siempre te cuidaría.
Yo soñé que tú soñabas en que tal vez nunca renaceré.
Tú soñaste que yo soñaba en que no permitiré que fallezcas de tristeza ante esta muerte...
Acepto ser un pasado que vagamente evocas dentro de tus sueños.

Yo soñé que tú soñabas que Cupido te arroja a otro corazón.
Tú soñabas que yo soñé que me alegraba porque nuevamente amaras.
Yo soñé que tú soñabas que no me interpondría en tu actual felicidad.
Tú soñaste que mi recuerdo abandonaba a tu mente ante la llegada de ese nuevo presente.
Yo soñé que tú mereces ser feliz aun no esté yo a tu lado.
Tú soñaste que vivieras para amar por los dos.

Yo soñé que tu soñabas en que tu actual felicidad corta o larga, en ningún momento nos unirá en el más allá.

Tú soñaste en que la muerte ahora es mi fiel pretendiente, que ella ya degusta de mi aliento, de mis besos, de mi alma y de mi cuerpo; como antaño tu lo hacías.
Sin celos y sin enojo tú duermes pero ya jamás sueñas, ¡que yo soñé que tú soñabas!

Autor: Mario César Palma G.
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