El Sol y su Luna plateada

El Sol y su Luna plateada

Cada que el Sol despierta, a la Luna sin querer aleja en compañía de una infinita pena. Su mirada relega sin misericordia a esa densa oscuridad que pretenciosa huye llevándose consigo a todos los brillantes astros que antaño fueron adoptados por los astrónomos como sus eternos hijastros.

Ella dormita dentro de los días en compañía de una eterna desesperación. ¡Desesperación que con malévolo placer le carcome los labios desfigurándole cruelmente el lado izquierdo de su sonrisa!

Acongojada ansia noche tras día que las manos del inmenso Sol por fin acaricien su plateado corazón. Corazón que muestra infinidad de cicatrices emocionales qué amenazan con extenderse completamente en todo él.

¡Qué le rescate el Sol de la soledad eterna, es lo que ella más desea!
Qué la haga suya dentro del mismo tiempo compartiendo por siempre el mismo cielo, ¡es lo que ella siempre anhela!

No existe mañana en que el Sol surja detrás de las nubes disipando el aliento de la madrugada. ¡Aun con su actual velocidad se queda corto, ya que no alcanza a su Luna plateada!

Triste recorre los puntos cardinales del vasto firmamento.
La esperanza le incita a no dejar de buscar las coordenadas donde dormita su princesita.

El nunca desiste, pese a que en su interminable búsqueda descubre restos de cadáveres de galaxias ya extintas.

Inconsolable la Luna llora sobre el gran desierto de los incomprendidos.
Sus plateadas lágrimas, al aparearse con las partículas de polvo cósmico engendran infinidad de estrellas fugases, qué tímidas despiertan y parpadeando le cuestionan:
-¿madre, en donde se encuentra nuestro amado padre?-

De momentos los meteoritos pretenden consolarla, pero únicamente logran lacerar su espalda heredándole infinidad de profundos cráteres.

Las fugases, al presenciar el eterno sufrimiento de su madre deciden ir en busca de su único amor, dejando completamente desnudo al basto firmamento sin astros que en la oscuridad le maquillen con brillos multicolores!

¡Presurosas las nubes acuden en su auxilio, con sus gaseosos cuerpos pretenden cubrir sus extensas formas, mientras su desolador semblante es rechazado por las aguas salobres del inmenso océano.

La Luna al observar la partida de sus pequeñas estrellas, acongojada derrama fuertes destellos sobre esta tierra en donde su esclavizado cuerpo órbita desde hace miles de milenios.

Ante tantas lágrimas los océanos desbordan mitigando la sed de esta tercera roca, que antaño fue un infértil desierto y hoy se muestra como un fértil vientre. Del cual surgen variedad de semillas. Ellas pacientes esperan surgir al príncipe Sol y así su agitado aliento les haga germinar hasta florecer, mientras le juran lealtad desde su pasto verde!

Hermosos girasoles invaden los valles.
¡Escuderos valientes, los cuales presagian su muerte cada que los pétalos abandonan su largo tallo!

Desesperados pretenden que aquel secreto confiado por la princesa plateada sea por fin develado, pero el príncipe Sol, en su obsesiva pretensión de encontrar a su amada les ignora. ¡Esquivo se muestra y ellos perecen en el anonimato de la tarde!

El legado de su ser junto con aquel secreto eterno es resguardado por el húmedo pasto que compadecido les arropa.

¡El Sol asustado se esconde evitando que el ocaso nuevamente le devore!
En los días de su reinado ilumina con su intensa luz a todos esos firmamentos en los que tiene potestad.

Furioso cuestiona a las nubes, pero antes de que ellas le reprochen la noche le engulle negándole ya potestad. Desesperado se encierra dentro de su reino al comprobar que su Luna plateada no órbita sobre ningún otro cielo, ni dentro de ningún otro mundo conocido.

El viento deja escapar su respiración despertando a este empedernido tiempo, ¡qué ególatra se niega a detenerse propiciando como antaño aquel encuentro legendario!

El olor a tierra mojada escapa de esta tercera roca.
Llega y se esconde dentro del olfato del candente Sol.
¡Respirarlo le hace evocar, desear más y más las formas extrañas de su amorfa princesa!

La madrugada despierta liberando un día más de su milenaria existencia.
El ocaso respalda incondicionalmente a esta noche en estas tardes donde por horas el reinado del Sol se justifica.

El tiempo envejece, pero nuevamente rejuvenece.
¡El aun no pretende unir a esos dos errantes corazones!

¡La Luna surge intempestivamente!
Ella confía que esta vez le ganará al tiempo y así podrá decir:
-hola te extraño a su caballero de antaño-

Son tantos los siglos en los que no se ha suscitado ningún eclipse, que el pasado ya divaga, el presente ya se pierde imponiendo a esos dos astros la cruda realidad de un futuro en soledad.

El destino, hermano del tiempo aun juega con ellos.
Los sitúa tan lejos y a la vez tan cerca que sus espaldas rozan,
¡pero la luz de sus miradas cruelmente jamás se mezcla!

La tristeza del Sol es absorbida por los girasoles, que nacen, florecen y fieles a él perecen. Al cumplirse el mes de su nacimiento, ellos sin poder evitarlo se marchitan llevándose por siempre el secreto de aquella princesita.

La tristeza de la Luna es capturada por todos aquellos enamorados que lidian con sus estados de ánimo, que en las noches les ilumina y otra tantas apática les olvida.

Los demás cuerpos celestes la perciben como un ente deprimente que aterroriza a todo mortal que le haga sentimentales confesiones.

Sobre los cielos ella se muestra sangrienta, azulada, oscura: amarillenta o tan solo opaca. De momentos la nostalgia le embarga tiñendo de colores a su espalda, pero ella… ¡Ella nunca jamás se arrepiente de amar al candente Sol!

Retadora se acerca.
Retadora se aleja de esta tercera roca.
En todas sus noches le cuenta su historia a todos aquellos girasoles que la escuchan develándoles del porque es la tristeza del inmenso Sol.

Esta mañana el Sol ya no desespera.
Feliz sonríe, ya que al acariciar los pétalos de sus escuderos girasoles sabe: ¡qué al caer la noche tal vez su amada recibirá la respuesta a su eterno cuestionamiento!

Los girasoles son el medio por el cual ambos confirmarán...
Qué pese a que el norte y el sur.
El este y el oeste.
La noche y el día.
El tiempo y el destino pretendan separarlos;
-¡jamás el candente Sol dejara de buscar a su Luna plateada!

©Reservados
Autor: Hechicero de Dragones
“Eclipsando a tu sentimiento”
https://vidaaunteespero.blogspot.mx/

Comentarios & Opiniones

Vanessa Tawer

Bella prosa poética. hechicero de dragones, un abrazo y felices fiestas

Critica: 
Luis Reis

Que lindo poema planteas una relación muy dual, sol y luna, interesante me gusto mucho, un placer de lectura, un abrazo colega.

Critica: 
UNA HEMBRA

Ella confía que esta vez le ganará al tiempo ...me inspira muchísimo esto, saludos compatriota, abrazo y siga escribiendo tan bonito.mil estrellas.

Critica: 
María del Rocío

Vaya prosa! Hermoso escrito algo largo pero vale la pena! Saludos

Critica: 
Silvia

Hermosas letras,un final muy dulce! Felicitaciones y beso!

Critica: 
Hechicero de Dragones

Vanessa Tawer, gracias por tus palabras y tu bella apreciación de mi escrito. Felices fiestas, bendiciones!!

Critica: 
Hechicero de Dragones

Luis Reis, se agradece tu paso por mi muro y tus palabras para este escrito. Felices fiestas y bendiciones!!!

Critica: 
Hechicero de Dragones

Paisana UNA HEMBRA, te agradezco tu visita y tus comentarios para este escrito, es reciproco. Felices fiestas e infinidad de bendiciones!!

Critica: 
Hechicero de Dragones

María del Rocío, son gratos tus comentarios, por lo regular mis escritos son muy extensos y agradezco tu paciencia para leerlo. Felices fiestas y bendiciones!!!

Critica: 
Hechicero de Dragones

Silvia, es grato saber que te ha gustado, agradezco tu paso por mi muro. Abrazos y bendiciones en estas fiestas!!!

Critica: 
Nancy

Un placer leer tu bello escrito. Saludos.

Critica: 
Hechicero de Dragones

Estimada Nancy, es para mi un placer tu paso por mi humilde muro. Saludos y bendiciones!!

Critica: 

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