Otoño lluvia y Tú

Nubes de ausencias
Y lluvia de soledades
Cubren el cielo de este día,
Una llovizna fría
Pinta de gris el paisaje
Otoño con su ropaje
De viejas melancolías
Trajo vientos perdidos
Que deambulan las callejas vacías
Dejando una alfombra esparcida
Sobre el gris empedrado
De las calles inundadas de silencio
Barro, lluvia y hastío.

Solitaria la vieja plaza ancestral
Con su faroles colonial
Y sus bancos vacíos,
Las palomas tiemblan de frío
Guarecidas en sus nidos
Bajo el alero despintado
De los añejos tejados
De la Centenaria Catedral
Custodiada por ángeles inmaculados
Sosteniendo un crucifijo desolado.

Un par de viejas campanas
Arrumbadas y enmudecidas
Desde lo alto vigilan
Como un faro de fe, encendido
A los creyentes que han asistido
Este domingo a la misa de la diez
Un viejo párroco dice el sermón
Mientras todos compran el perdón
Con unas dadivas que han dejado
Se vuelven a sus hogares
Absueltos, libres de pecado
Felices y perdonados.

El Mendigo los mira pasar
Debajo de un árbol añejo
Es como El de viejo
Blanco en canas su ramaje
Como su barba ancestral
Que lo hacen pensar
Pocas primaveras
Ambos nos han de quedar.

Se marcha para su guarida
Como una sombra sin vida
El viejo Mendigo ensopado
Con sus negros ojos desolados
De tanto haber cosechado
Negras noches de soledades
Bajo los cielos estrellados,
Los siguen penas sin dueños
Y culpas abandonadas
Unos viejos sueños
Que murieron antes de nacer
Y un antiguo querer
Que murió sin florecer.

Domingo de otoño y viento
Cargado de silencios
Lluvia y mal tiempo,
Mis tristes ojos estamparon
Sobre el lienzo amarillento
Piel de este poema
Con tinta de viejas penas
Las melancólicas letras
Que corren por mis venas
Entre la sangre y mi piel
Recordándote a vos Adéle
Que vives en mi Alma
Poesía de fragancia en calma
Que lleva escrita el MENDIGO
En su eterna herida
Que en silencio llora y se desangra.

Mario Anónimo.