UNA VEZ

UNA VEZ

Una vez fui niña,
de mirada asustada,
presa de la cámara,
de un fotógrafo de pueblo.
Luego, fui vieja niña,
sin voz,
muda de argumentos,
silenciada e invisible,
aprendiendo de los perros,
a correr,
a defenderme del hombre del cine,
que se arrimaba,
alto o bajo, joven o viejo.
En el río seguí siendo la niña sola,
hablando sola,
nadando sola,
mirando a la soledad a la cara,
ora con miedo,
ora casi con simpatía.
Aprendí que las trenzas,
eran una arma para el contrario,
y las até con fuerza para evitarlo.
Que con la mano abierta,
se pega más duro y mejor,
que hay que esperar a que se lancen,
para aprovechar su propio impulso.
Una vez fui niña en abandono.
Corriendo tras los años,
escalando meses,
buscando amor,
ignorando que no se busca,
aquello que solo vale si te encuentra.
Tal parece que no crecí,
vieja niña,
ya sin coletas,
sin aprender,
tozudamente sigo buscando.

mabel escribano
d.r.
imagen: google