EL DESCOSIDO

EL DESCOSIDO
Caminaba sobre el pespunte de mi alma,
cuando me tropecé con un descosido,
por el que se escapaban agotados suspiros
y pequeñas goteras de llantos.
En la desordenada caja de mis querencias,
revolví todos mis locos pensamientos
en busca del hilo para recoser el maltrecho punto atrás,
que pese a todo, seguía hacia delante.
Logré contener el grito al pincharme con el alfiler,
de una mala experiencia.
Descosida y manchada de una blanca sangre,
mis pobres sentimientos movían a risa,
parecían más una divertida e histriónica máscara
que un alma en pena tratando de coser un descosido.
Recordé que las almas en pena
a mucha gente en lugar de pesar,
les mueven a risa.
Armada de valor y pese a ello con miedo
cosí mi alma con una simple grapadora,
y ahogando entre mis puños el dolor,
me reí con los mirones del asunto.
mabel escribano
d.r.
imagen: paolo-pellegrin