Réquiem a Dioniso

El éxtasis ha cesado. La forma de un
palacio con columnas dóricas invade
mis ojos. -Resultaron ser sus llaves.

Mil años han transcurrido dentro de mí
y mis mejillas se desprenden del cuerpo
sin poder entender esta cruel felonía:

¿Dónde están esos servidores suyos que al
escuchar una sílaba del vino corrían aquí;
dónde están mientras decaen los pilares?

Hasta que en la tierra caen mis rodillas
al mirar el amarillo otoñal corrupto.
Yace sin aves ni las flautas de sus cantos.

Los hombres mataron también a Dioniso
con esos amores acobardados y orejas
que no atienden a las aves por el vino.