Epitafio

Después de que las nubes iracundas
esculpieran las estrellas en tu nombre,
después de que corrientes fecundas
descubrieran las máscaras del hombre;
nuestro mundo cayó en el olvido
y hay tristeza por haberle vivido.

Cruelmente la reminiscencia
oscurece el viaje y el calor:
a los Elíseos va tu esencia
y marcha de los hombres el valor,
pues sólo un ángel porta tu flama,
¡más allá del otoño llega su proclama!

Empero muere el desheredado,
la ira de Caín no manchará tu sangre:
-En mis manos yaces, ángel mal amado,
aunque el frío enciende mi hambre;
¿qué fue hermano de tu noble flama?
Toda mi escarcha sufre por tu ama.

Sin sus voces el mundo yace silenciado…
en mi sangre fluye tácitamente
el estigma del amor ya cansado,
más el hombre me mira indolente
y el llanto de la noche clama consuelo.
¡Jamás cambien los aires su velo!