Alegrías efímeras

poema de Libélula

Ese tren que viene cargado de alegrías pasajeras que ocupan un espacio vital en nuestra vida, que van y vienen, que se crean y se destruyen como frágiles pompas de jabón o que se limitan a recorrer con el sigilo de un gato nuestros pensamientos más íntimos.

Adoptan diferentes formas, todas ellas disfrazadas bajo una estela personal y única.

Como la cálida sensación que nos evoca una palabra, una mirada o una acción sincera; el aroma perfumado de las flores silvestres; la brisa templada del verano que acaricia con cuidado el rostro; la placidez de un sueño profundo sin desvelo alguno; o la contemplación del cielo teñido de colores pastel.
Hagamos un idioma universal de lo efímero, recordemos lo fugaz de los instantes de alegría y sellémoslos a fuego para que dejen huella en nuestro recuerdo.

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