Amor conyugal
Y nuestras penas y tristezas se fueron desvaneciendo, derritiéndose cómo la cera de una vela encendida que poco a poco se consumía, el calor fue más intenso cada vez más; hasta que se transformó en placer.
Las llamas de nuestros seres comenzaron a hacer su trabajo y ya no existía el dolor, sólo amor. Las caricias y los besos quemaban, pero de una manera adictiva y placentera.
El sudor se transformaba en vapor. Las ventanas húmedas por la condensación, cómo las sábanas, cómo tú y yo.
Las penas: lo malo se va, se muere.
Lo bueno: se viene, se queda, trasciende.
Delicioso tu amor, esquisto tu sabor, me deleita el encanto de tu interior.
Estoy a tu diestra a tu favor con el encanto de tu intuición.
Acompáñame día y noche por el camino del "pecado" del amor más puro y sincero tachado de repugnante y repulsivo de asqueroso y desabrido.
Sólo tú y yo sabemos que moriremos con el amor más dulce y conyugal.