Y lo extraña

No habla de ella...
No habla de nada...
No se mira al espejo...
No mira nada...
No se escucha...
No escucha nada...
No se siente...
No siente nada...

Algunos dicen que sus ojos eran tan blancos, claros y brillantes, que podían distinguirse en la noche como estrellas resplandecientes.
Dicen, que su mente guardaba recuerdos en abundancia y muy importantes.
Que su muerte fue causada por uno de ellos.
En la granja de su infancia, un joven caballero, que con su bella mirada, salvó a la bella dama, de ahogarse en un poso con toda su desgracia.
Unos cuantos días allí permaneció, y una bella amistad se estableció, que mientras más tiempo duraba, más aumentaba, y más cambiaba a ser más que una simple amistad.
Pero un día, de cielo azul y sol abundante, entre llantos y tristezas, le vino el tiempo de partir, y lo último que vio de él la dama, fue su mirada al sonreír.
Desde aquel momento, no pudo seguir.
“Muere de amor” –Escuché una vez.
“Muere de pena” –Escuché otra.
Pero la verdad nadie sabe lo que ocultan sus silencios…
Guarda secretos, guarda recuerdos, y los vuelve a observar a medida que pasa el tiempo.
No se permite avanzar, ni mucho menos olvidar.
Ya no recuerda el sonido de su voz, ni su rostro por completo, recuerda un par de ojos, que la miraban muy contentos.
Se mece en su mecedora, cantando una pequeña canción, la canción sobre un bello caballero, que alguna vez conoció.
Y la verdad es que ni sabe, si él la ha de recordar, pero en su corazón perdido, su amor siempre ha de durar.
Lo vio partir, y despedirse.
Lo vio irse y sonreír.
Pero aún sueña con verlo llegar, y poderle contar cuando lo tuvo que extrañar.