Con su amor asesino

La he visto caminar descalza, a la luz de las estrellas.
Un vestido blanco manchado de sangre, un velo viejo, rosas rojas marchitas en sus manos, y un corazón muerto.
La he visto suplicarle a la luna compasión, fuerzas.
Y rendirse ante la indiferencia de ésta.
La he oído llorarle a la tierra.
Rogarle ser tragada por ella.
La he escuchado decir querer volverse espejo de un alma con vida.
La veo todas las noches, cuando el sol es ya un efímero recuerdo.
Cuando la luz se hace tenue.
Cuando el color se hace negro.
La veo entregarse al océano y ponerse a gritar.
La veo derrumbarse y ponerse a llorar.
Porque extraña a un amor que jamás fue de ella.
Le hace falta aquella voz que nunca habló por ella.
Lo más triste es que ya ni lo recuerda…
Solo le queda aquella espina en su corazón.
Aquel amor asesino.
Ama a un recuerdo incompleto.
Ama a su dolor eterno.
Porque ella sabe que sin sus penas y desgracias, se volvería un simple nada.
Se esfumaría como polvo en el aire.
Porque aquel sufrimiento constante, la mantiene viva.
La mantiene ocupada.
Por aquellos llantos perdidos en la nada, por aquellas flores marchitas de su alma, es que su corazón late.
Su vida ya es rutina.
Sus recuerdos ya son ayeres.
Sus sentimientos son tóxicos.
Su mirada negra.
Sus lágrimas sangrientas.
Sus pulmones asfixiados.
Sus sueños devastados.
Lo único que permanece en ella,
Es aquella noche vieja.
La noche en la que se enamoró.
Y todo su mundo se devastó.