Las Georgianas

Las Georgianas
Entraron en la tienda, estaban muy arregladas, querían hacer de
cuenta que eran clientes que venían a gastar su dinero pero el
motivo final era otro.
Ya estaba tendida la trampa, estaba dado desde el momento que
entrasen todo se les volvería en contra, como si fuese el destino
que las llevara siempre al mismo lugar; marginación, maltrato,
desprecio, ciudadanas de cuarta y además mujeres…
Cuando observé que las rodeaban 2 policías y el de seguridad
(quien les había tendido la trampa) me invadieron las lágrimas y
ya no quería ver esa escena, una escena montada…ellas dos
contra el cristal del lujoso escaparate y estos tres monstruos
rodeándolas, como perros de presa al acecho, con ganas de
morderlas, descarnarlas, desangrarlas, hacerlas desaparecer
como a un insecto, como a una colilla de cigarrillo aplastada en el
suelo de prisa y sin ceremonias.
Les quitaron el bolso y pidieron documentos que obviamente no
tenían, el seguridad rasgó el interior del bolso para confirmar si
finalmente la intención era robar…y cómo lo confirmaría? Si el
bolso tenía papel de plata en su interior ya que esto evitaría que
la alarma pitara al salir.
Y así fue, confirmado, había papel de plata.
Se vistió por la mañana, su uniforme olía mal….pero no importaba
era el único que tenía y no había otra opción, además era lo que le
protegía de los rumanos, georgianos y kosovares que lo acechaban
día tras día, su frase de cabecera era “hay que matarlos a todos,
ponerlos en un barco y prenderles fuego en altamar… que vuelvan
en cenizas a su tierra…”
Llevaba un par de guantes especiales contra todo tipo de
agresión, nada podía perforarlos ni cortarlos eran de goma
gruesa y cuando los llevaba puestos sentía que sus manos valían
millones.

Al verlas ingresar la directora avisó por el walkie que habían
entrado, por supuesto él con sus guantes puestos dijo:”a
trabajar!” lo primero que hizo fue seguirlas dentro de la tienda y
pensar un plan rápido para que más allá de que robaran o no,
pudiera “cumplir con su trabajo” e inmediatamente le surgió la
idea, “saldré con ellas de la tienda y en el momento que lo hagan
tendré algo en el bolsillo que pite y así podré detenerlas…” plan
perfecto, sin fallas…
La única falla era él… sus ideas, su cerebro más pequeño que su
cráneo e hinchado de odio que le producía fuertes dolores de
cabeza, interminables, por eso necesitaba cumplir con su
trabajo…para que el dolor sea menos intenso y ser un hombre
bueno con un trabajo digno.
“Estoy harto de que vosotras me toquéis los cojones, dame los
papeles” gritaba enfurecido. Las georgianas lo miraban sin
entender, aterrorizadas, como era que habría pitado la alarma si
ellas no habían robado nada?… Es que él era más listo que ellas y
cuando uno hace bien su trabajo….con tanta pasión….no hay nada
que pueda detenerle.
Todas las consejeras de belleza miraban a la bestia, asombradas,
pero sin dejarlo notar seguían haciendo su trabajo, reponían
perfumes, cobraban a los clientes y armaban un lindo decorado
para el momento más importante de la tienda las navidades.
Creo que existe un mandamiento que pone: no robarás! Y la masa
común lo utiliza con mucha correctitud…como si eso les diera
derecho a condenarle la vida a alguien… “sí, pero tú no robas!”
decía el maquillador homosexual de una marca americana… él
creyéndose algo más por haber aprendido unas palabritas en
inglés y por representar a esa marca o pertenecer al mundo de la
moda...implacable, invencible, self-righteous!

Y yo mordiéndome la lengua para no ofenderle, con ganas de
decirle: “tío, tu formas parte de una minoría también y me parece
que no te das cuenta y además deberías ser solidario con ellas.
Por otra parte, no sabe que el mundo no ha aceptado la
homosexualidad al mismo nivel que se lleva la heterosexualidad.
Pero en su pequeño cerebro, tal vez de pequeño pueblo, siente
que él ha llegado lejos…lejos en la gran tienda con lujosos
escaparates dónde todos sonríen y compran falsa belleza…