Cae el Telón

Se destruye mi sueño
Desencadenando mis párpados al vacío
Y el trayecto oscuro y frío
Que se presenta entre mi cabeza y el techo de la habitación
Lo observo asombrada, callada, cual fuese una constelación.
Vuelve la jaqueca. Vuelve como histérica, golpea mi puerta.
La dejo entrar recordandome que estoy viva, recobrando mis manías y mis disparias
Siento sogas de frío que queman mi piel. Siento flechas que cuartean mi espina, la hacen levantarse mas sombría, mas incomoda y adormecida.
La rutina me prepara un cafe, y se sienta a mi lado sonriente, hiriente, radiante sobresaliente. Quiere que la siga a todas partes. Le repito que nuestro amor es como volar a marte. La hago desaparecer entre llantos y escatimas, mas sé que volverá.
No es de las que se rindan. No brinda ni abdica, sus pasos son como el compás de una marcha, absoluta y tiránica.
Su victoria es efímera mas en ella no existe derrota, no existe su ausencia, simplemente todo de ella y ella de todo brota y rebota.
Y yo, a veces su esclava; su fiel sierva y camada, la necesito como necesito el abrazo del sol cada mañana.
Pero mejor que no lo sepa. Amenaza mi vida con sus metas.
La retórica de un día naciente que veré morir entre agonías y bostezos y con algo de suerte algunos que otros besos, me hace despertar, me respira y enciende mi mañana, mi día empieza y yo lo empiezo a él, se que tendré que darle lapida cuando caiga el sol. Opereta vacía de otro día sentenciado. Verdugo a cuenta gotas, titánica ironía, mas he sepultado en un calendario, cuanto mas me acerco al plongeon; sea cuando mi corazón toque al fin, su ultima canción.