Obscenidades II

Podría haberme detenido,
En el párrafo anterior.
¡Oh mi amor!
Esto no ha hecho más que empezar.

Veamos sobre que sordidez,
Poso ahora mi foco.

Pongamos que escribo sobre:
Un vagabundo pervertido y obsceno.
El cual bebe tinto como si fuese agua,
Disfrutando de su veneno.

Saca su pene en la calle y lo agita.
Invita a los transeúntes a saludar:
¡Acérquense señores y señoritas,
No pierdan la oportunidad!

Viéndose ignorado, decide ir más allá,
Hacia arriba y hacia abajo,
Se comienza a acariciar.
La gente se torna nerviosa, aceleran su caminar.

Él se relame risueño,
Por su pequeña venganza particular.
Avanza y todos se apartan,
Tiene un objetivo que realizar.

Se encuentra delante de un banco,
El mismo que lo logro desahuciar,
Haciendo de nieve barata sus sueños
Y de unos cartones su único hogar.

Entra rápido como un rayo,
Paradigma de la velocidad.
Antes de que nadie pueda pararlo se cuela,
En el despacho de director general.

Lo pilla con la boca abierta,
No tiene tiempo a reaccionar,
Mientras el mendigo sonríe y dice:
¡Feliz Navidad!