Cruel destino

Que chistoso, parece que fue ayer cuando tuvimos en las manos la mejor he irrepetible de las aventuras; y hoy, hoy me doy cuenta de que el destino tan maldito nos proyectó muy directito al carajo de nuestras complicadas y enredadas vidas.

No sé en qué momento se dio cuenta de que al final ni tu ni yo, estábamos tan hechos el uno para el otro, cuando todo parecía ser completamente diferente estando siempre muy de cerca.

Tú, tan melosa y tan tierna de los pies a la cabeza que era fácil, muy muy fácil que lograrás enmelar con tu dulzura a este intento tan jodido de Romeo empedernido.

Yo, un vil idiota que contigo disfrutó crear un mundo en el cuál con solo letras te drogaba muy seguido para hacerte imaginar su realidad tan paralela; la realidad que diseñaba siempre a costa del destino que jamás me vio contigo.

Ahora entiendo, ese destino propinó aquellas crueles bofetadas de total sinceridad; nos daba miedo equivocarnos, nos dio pavor el terminar así de juntos y a la vez muy convertidos en tan solo un par de extraños, atestados de rutina, como aquellos que se olvidan con el tiempo y se dejan de querer.

Así de pronto terminamos, y jamás hicimos nada por querer que nuestra historia en estos días fuera otra, nos atascamos de momentos sin pensarnos más allá, nos revolcamos entre instantes para nunca aventurarnos, y nos volvimos tan cobardes que jamás nos arriesgamos para hacer que todo aquello funcionara diferente.

Maldita sea, maldita sea nuestra forma de fallarnos, maldito seas vil destino que encaró nuestro camino para hacernos más distantes al final, más lejanos y con esta dura cuota de extrañarnos para siempre.

Ojalá y como alguna vez dijiste, que está forma de pensar y la manera de actuar en el trayecto no nos forje un corazón bastante duro, que de por si nuestro destino se encargó en hacer de piedra la aventura por querer estar de cerca; tan unidos, tan inmersos y juntitos a futuro.